Aquí os dejo un poco de información sobre uno de los artistas que estamos trabajando en clase:
Nació en 1606, en Leiden, Holanda. Su padre venía de una familia de molineros y su madre de otra de pasteleros. Era el penúltimo de 9 hermanos y el único que estudió. Su nombre completo era Rembrandt Harmensz van Rijn, pero él prefería que se le conociera sólo por su nombre, como los grandes pintores italianos Leonardo, Miguel ángel y Rafael, a los que tanto admiraba.
Holanda vivía lo que se conoce como su Siglo de Oro porque la actividad comercial iba muy bien y ello se reflejaba también en la vida cultural. Los artistas recibían más encargos y se coleccionaban obras de arte.
En 1631 se trasladó a ámsterdam, la capital, para tener más oportunidades.
Diez años después ya era uno de los pintores más reconocidos de la ciudad. Pero ello no influyó en su obra. En lugar de continuar pintando lo mismo, que ya sabía que tenía éxito y se vendía, siguió buscando y siendo creativo porque era lo que sentía.
No hizo caso a la moda
En su época se pintaban los cuerpos como si todos fueran bellos y tuvieran las mismas formas perfectas, pero él pintaba a las personas con naturalidad. Sus miradas, sus manos y gestos transmitían emociones.
Tampoco seguía la moda de usar un acabado brillante y pulido como un espejo. A él le gustaban las superficies rugosas. Era como si sus cuadros estuvieran modelados con las manos a manera de plastilina. Así les daba más fuerza.
Jugaba con las luces y sombras
Ese modo tan natural y directo con el que él pintaba hizo que fuera un artista diferente. Por eso lo rechazaron y criticaron mucho, pero a la vez ello lo convirtió en un maestro de la historia de la pintura. Rembrandt marcó un nuevo camino en el arte. Y lo hizo trabajando sin parar. A lo largo de su vida hizo más de 400 pinturas, más de 1.000 dibujos y casi 300 grabados.
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